Artículo sobre la Asociación AJICAM publicado en Diario Jaén el 15/11/2015
El día que llegué a AJICAM no esperaba encontrarme lo que allí había. Confieso que iba con la duda de cómo debía comportarme. Esa duda tardó en despejarse lo que yo tardé en entrar a su sede.Recibí una ovación y una cantidad de muestras de cariño, entre sonrisas, que ya quisiera cualquier artista consagrado.
Que haya una lucha contra un enemigo como el cáncer de mama no quiere decir que uno tenga que vivir sumido en la tristeza y la resignación. No señor. Al enemigo se le combate con ganas, con esperanza, con fuerza, sin desmayo y rodeado de un ejército de soldados formado por maravillosas mujeres.
Jornada maravillosa, como todas las que estoy teniendo, donde se aprende mucho de qué es la vida, de los reveses que ésta te da de la noche a la mañana y de cómo hay que ir andando el camino.
Oir cómo, ante el cáncer de mama, uno se rapa en solidaridad con su pareja para que ella no se vea distinta.. Oir también cómo una madre y tres hijas, sufren, por el dichoso componente genético, la enfermedad en sus distintos grados. Oir tantas y tantas historias que pude escuchar en sólo un par de horas vuelven a cambiarme un poquito más mi forma de ver las cosas.
Me llamó la atención inevitablemente la vitrina, que hay a la entrada, donde están las pelucas. Las historias que lleva cada una ponen los pelos de punta. Esas maravillosas pelucas que suplen, por un tiempo, hasta que todo vuelva a la normalidad, el dichoso trastorno de no tener nuestro propio pelo. Por allí pasa gente a donar alguna que ya no se utiliza o gente que deja su propio pelo. Un pelo que han ido dejando largo para luego cortarlo y darle una maravillosa utilidad.
Las pelucas ayudan a dejar de lado, en gran parte, la molesta impresión de no estar como ellas quisieran. Eso pasa a un segundo plano cuando uno se encuentra allí. Te das cuenta que todo es relativo y que no estás sólo. Y que la belleza no depende del pelo o nada parecido. Nunca ví unas chicas tan bellas y tan atractivas. Porque si uno no se llena de cosas que merezcan la pena en nuestro interior, cualquier cosmético o peinado que tengamos no tienen valor ninguno.
Aquí, en AJICAM, no hay tregua ni respiro. Se hacen pulseras igual que cojines. Las pulseritas para que apoyemos su causa. Los cojines para las que padecen la enfermedad y necesitan ese maravilloso cojin, en forma de corazón, que suple en parte las carencias causadas por la operación que se sufre para cortar de raíz el cáncer.
El deterioro físico puede echar abajo tu ánimo y eso no es posible aquí. Verte sin pelo, con un brazo deteriorado tras la operación, encontrarte cansada con tareas que antes no suponían gran cosa, notar como te cambia el ánimo que torna en desánimo, la alegría en desazón y en mal talante…Todo eso no es admisible ni aceptable. Hay que luchar contra eso sin descanso.
Vuelvo a manifestar mi admiración por todo lo que conlleva vivir siendo mujer. Al ignorante que acuñó la expresión de “sexo débil”, por muchas connotaciones que quisiera buscarle, lo llevaba yo a sitios como éste para que viera que aquí hay de todo menos debilidad.
Hay solidaridad con las compañeras antiguas o recién llegadas. Se intercambian experiencias, remedios, soluciones…Se comparten dudas y miedos para ver cómo se pueden ir superando escalones hasta llegar a la cima. En resumen, forman un gabinete psicológico que no tiene límites ni barreras. Entre todas aúpan a la recién llegada o a la veterana que, inevitablemente en un momento preciso, pueda tener desánimo.
Por el camino van quedando algunas compañeras que no lo consiguieron y a las que se recuerda en un maravilloso libro a modo de homenaje donde se plasman las ilusiones y las sensaciones de cada una.
Lo dicho, el día que tengáis un ratito os invito a pasar y conocer a este maravilloso grupo de paisanas. Ellas, igual que el resto de asociaciones, agradecen cualquier tipo de ayuda o aportación del tipo que sea. Nuevamente he comprobado que no me equivoqué decidiendo incluir a esta asociación en el Festival Siete Aceitunas Solidarias y un Lagarto.
Me fuí encantado de conocer a un ejército de luchadoras, paisanas mías que hacen grande esta tierra. Ellas no tienen el título de arquitectura pero sí disponen de los planos para construir un camino más fácil y despejado para superar una dura cuesta que, a solas, es mucho más difícil de recorrer.
No me queda más remedio decir que “El rosa, desde ese día, es mi color favorito”.
Comentarios
Sin palabras …..!!!!! Santi tus palabras salen del corazón , y eso se percibe sin ninguna duda , para nosotras que personas que llegan a nuestra sede y conozcan nuestra labor es un gran orgullo leer estas sensaciones y sentimientos que nos envuelven a todos !!!
MIL GRACIAS SANTI !!!!! , para ti !!!!!
Aprendí ese día mucho en muy poquito tiempo. Grandísimo ejemplo de vida. Un beso grande.
Gracias santi porqué aquel dia que viniste a ajicam yo y mi marido te recordamos con cariño,eres humano te tomas todo con interes,ysaber mas de esta mala enfermedad pero luchando con la fuerza jamas vista gracias por poner mas sonrrisas ese dia
Gracias a vosotros por vuestro ejemplo. Besicos