Profeta y más allá…

Me alaba la gente mis continuas alusiones a la tierra. Me dan las gracias por nombrar a Jaén siempre que puedo. Me aplauden mis gestos recordando donde vivo y donde tengo mi gente.

Queridos paisanos, tengo que decir que, me quedo corto. Ocasiones como la de anoche sirven para que cargue las pilas y nombre a mi tierra mil veces más de lo que lo he hecho hasta ahora.

Anoche no sólo volví a ser profeta en mi tierra sino que , con vuestra presencia, vuestras muestras de cariño y vuestros maravillosos aplausos me hicisteis, una vez más una persona inmensamente feliz y orgullosa de tener un tesoro tan inmenso como el que poseo.

Conseguísteis encogerme el corazón con vuestro cariño que iba llegándome al escenario a borbotones, como si estuviera en las mismísimas Cataratas del Niágara. No soy capaz de describir, en su justa medida, todo lo que pude llegar a sentir a lo largo de las dos horas que estuve delante vuestra.

A veces, cuando quiero agradecer algo, digo “Mil gracias por…” Hoy tengo que decir “Ochocientas gracias por vuestra presencia y por todo lo que hicistéis cada uno de las ochocientas personas que anoche tuvísteis el detalle de acompañarme.

Anoche conseguisteis acongojarme en varios momentos de mi monólogo. Llegasteis a conseguir que no fuera capaz de terminar mi espectáculo con la frase que le da nombre. Fuí incapaz, por la emoción final, de decir entera la frase que da título a mi espectáculo de “Como en casa de uno…en ningún sitio” aunque sea más verdad que nunca.

Ya sé que Jaén no es centro neurálgico de casi nada excepto de todo lo que gira en torno al tesoro que tenemos con nuestro aceite pero me da exactamente igual. Anoche lo único que necesitaba yo lo recibí con creces.

Sois muy grandes, gracias por todo. Aquí me tenéis para seguir nombrando a la mejor tierra del mundo. Una tierra llena de muy buena gente de la que tengo la suerte inmesa de tener como paisanos.

Os quiero muchísimo.

Viva Jaén